Tarde gris... amenaza de lluvia…
Algunos suponemos que quizás, deberemos volver otro día para remontarlos. Otros, seguramente mas positivos, afirman que no hay drama, que no va a llover. Esperemos. La verdad, que sería un garrón que este cielo gris amenazante nos arruine la tarde.
La ansiedad brota de cada gesto, de cada palabra. Ansiedad por ver cómo se elevan esos rectángulos coloridos.
Finalmente…todo está listo. Solo falta ir hasta la canchita y…
…allá vamos. Cada uno con su barrilete en una mano, y una bolsa llena de alegría, entusiasmo y ansiedad en la otra.
Algunos asombrados, otros contentos, algunos un poco mas indiferentes pero no menos percatados, los vecinos. Por las calles que nos llevan hasta la canchita, en sus veredas, asoman de sus casas muchas caras curiosas que veían con atención el desfile de una bandada de pibes y pibas le agregaban color a esas calles. Quizás, tras nuestro alejamiento algunos siguieron hablando de las sonrisas con caras de los chicos (si, en algunos era mas grande la sonrisa que su cara); quizás no. Es lo de menos.
Por fin arribamos al campito. Ahora… a ensayar alguna técnica… o simplemente improvisar.
Arriba, la amenaza de lluvia sigue latente…abajo…los sueños de los pibes para hacerle frente.
Elevándose, junto con sus sueños y sus ganas de cambiar este cielo gris, los barriletes.
Como pinceladas de alegría y sueños que fulminan con un poco de color la inevitable realidad que les tocó en suerte, los barriletes elevábanse surcando el cielo gris.